El aumento de la ciberdelincuencia ha supuesto un impacto considerable en la economía global ($6 trillones en 2021), hasta el punto de que los gobiernos lo han considerado suficientemente relevante como para incluirlo en las agendas estatales de seguridad nacional o que se haya creado un programa entre Estados Unidos y Europa.
No es para menos viendo el impacto económico que genera, pues los últimos estudios estiman que la ciberdelincuencia mueve más dinero que el narcotráfico y muchos de los grupos de ciberdelincuentes tienen una estructura organizada similar a éstos. El grado de profesionalidad ha llegado a tal punto que los ciberdelincuentes se ofrecen en determinados mercados de la dark web y se ha acuñado el término de “eCrime as a Service”.
Es bien sabido por todos los responsables de TI y seguridad de la información que la llegada de la pandemia no ha hecho más que acrecentar un problema ya existente, aunque en algunos casos latente en muchas organizaciones: la falta de seguridad de la información en múltiples variantes.
Los problemas que encontramos en las empresas podemos englobarlos en varios grupos: