El ecosistema low code y no code y los modelos de inteligencia artificial están transformando el desarrollo de software. En plena efervescencia de estas tecnologías, estamos observando cómo se abren nuevas perspectivas en la estructura y composición de los equipos IT. En las últimas décadas, los lenguajes de programación han tenido un papel fundamental en el auge de la informática, pero en la nueva era de la IA percibo que van a ser sustituidos por lo que podríamos denominar como “lenguajes de creación”.
«A través del lenguaje natural, sin lenguajes de programación, podremos crear y desarrollar soluciones, sin interfaces de usuario complejas».
Los lenguajes de programación dan paso a los lenguajes de creación
En los inicios de la computación, la comunicación máquina-humano era bastante rudimentaria. Se programaba en lenguajes “de bajo nivel”. Sería el caso, por ejemplo, del “ensamblador”. Eran fáciles de ejecutar, pero muy poco prácticos y complejos de comprender para los humanos. A medida que la informática evolucionaba, se crearon los lenguajes de “alto nivel”, más abstractos y comprensibles, pero que igualmente requieren de instrucciones muy masticadas, paso a paso, para conseguir que hagan lo que deseamos.
Estos lenguajes han protagonizado el desarrollo tecnológico hasta la reciente explosión de la inteligencia artificial. Estos modelos están impulsando otra comunicación más natural. Hemos empezado a convivir con estos nuevos lenguajes. Lo vemos en los asistentes y Copilots que se están incorporando a las diferentes herramientas o APIs y que hasta ahora han sido el estándar en la industria.
Imaginemos poder describir las necesidades o nuevas funcionalidades de un sistema a través de lenguaje natural y verlas materializadas sin escribir ni una línea de código. Si pensamos en una aplicación de modelado 3D, un editor de vídeo o un sistema CRM, no dependerá de las tradicionales APIs o SDKs, sino que se podrían generar sistemas de comunicación por texto. Sería como una suerte de manual de instrucciones para utilizar este nuevo lenguaje que será capaz de desplegar las funcionalidades directamente. Algo a lo que se acerca el proyecto GR00T para robots humanoides de NVIDIA.
«Este nuevo enfoque no solo supone facilitar el desarrollo de aplicaciones, sino democratizarlo y hacerlo más accesible a perfiles no tan técnicos, con las nuevas posibilidades que todo ello abre».
La proyección del desarrollo de software
Para poder vislumbrar el futuro, es necesario conocer el pasado. A veces, somos reacios al cambio, cuando al final vemos que esas transformaciones son naturales.
«Creo que como empresa debemos saber cómo operar ante el potencial de la IA. Nos abre un abanico de posibilidades muy grande, porque seguramente con los que somos podremos hacer mucho más.».
¿Cuál será nuestro 11 ideal en 2023?
En esta evolución tecnológica, la composición de los equipos IT también ha variado. Hemos pasado de destinar o necesitar más recursos en sistemas y backend a poner la atención en la usabilidad y la experiencia de usuario (UX/UI). Eso ha hecho que las habilidades técnicas requeridas se vayan decantando de un lado a otro.
Hasta ahora, los modelos de IA se han mostrado eficaces realizando tareas concretas como en un juego de ping-pong. En los próximos años, su desarrollo irá escalando y podrán ser herramientas como “agentes autónomos” capaces de implementar una solución con un objetivo y con una base de requisitos. Ante este panorama, ¿cómo se dimensionarán los equipos de desarrollo?
No sé si en el 2030 a los desarrolladores nos llamarán preguntadores, ensambladores o creadores, pero cada vez estoy más convencido de que la IA va a cambiar la organización y estructura de los equipos. Algo que obligará a adaptarse y replantarse también la formación, tanto la reglada como la impulsada desde las propias empresas.
Como expliqué en la ponencia “Tu once ideal en la era de la IA” en el CTO Summit y también en el último Estatus General, el encuentro anual de Cuatroochenta, ante los 270 empleados, para entregar valor al cliente, será prioritario que los y las profesionales estén más cerca del negocio y de las habilidades blandas, ya que la parte técnica se simplificará. Quizás no sea la piedra angular. Pero, al margen de especializarnos en algunos puntos técnicos, deberemos empaparnos de comunicación, analítica, creatividad, liderazgo, empatía o pensamiento crítico. Cualidades más humanistas que nos permitirán aportar valor al cliente.
«Probablemente, en menos de 5 años, entregará más valor en una compañía un estudiante de MBA con capacitación técnica que un ingeniero sin interés por saber cómo funciona una empresa».