Prácticamente todos los sectores han puesto la mirada en la inteligencia artificial en el último año. La inversión en esta tecnología está creciendo y los datos lo demuestran. Según las últimas previsiones de IDC, el gasto mundial en IA alcanzará en 2023 los 154.000 millones de dólares. Una cifra que incluye el software, el hardware y los servicios ligados a IA y que supone un incremento del 26,9% respecto a la inversión de 2022. Y esta clara apuesta, sobre todo en marketing, gestión de conocimiento y generación de código, parece que solo acaba de empezar: muchas organizaciones exploran y planifican posibles casos de uso, evaluando cómo introducirla en sus procesos diarios para ser más competitivas.
¿Qué impacto están teniendo los modelos de inteligencia artificial en el trabajo? ¿Cómo podemos aprender a hablar con las máquinas para sacarles el máximo provecho? ¿Hasta qué punto es importante el prompt? ¿Qué procesos están cambiando en los negocios? El ingeniero multidisciplinar y CEO de Ideami Studios, Javier Ideami, y el director de la Escuela de Ciencia de Datos e IA de Platzi, Carlos Alarcón, responden a esas preguntas en esta entrevista en el primer episodio de la tercera temporada del podcast Cuidado con las macros ocultas de Cuatroochenta: ‘Aprender a hablar con las máquinas’.
Hablar el mismo lenguaje que las máquinas
Aunque hace décadas que se investiga en inteligencia artificial, en los últimos años ha avanzado a un ritmo frenético con una gran revolución, impulsada especialmente por los últimos sistemas del lenguaje natural (NPL) y los grandes modelos de lenguaje (LLM) como ChatGPT, Bard o LaMDA. El primer bot conversacional de la historia, ELIZA creado hace 60 años, era un asistente que respondía a preguntas como si fuera un psicólogo. Ese chatbot sentó las bases de toda la explosión tecnológica que estamos viviendo. Ahora, al contrario de lo que pasaba con ELIZA, los sistemas aprenden y entienden el contexto y eso les otorga un gran potencial con múltiples aplicaciones.
Esta tecnología “está desmitificando”, según explica Javier Ideami, la complejidad del lenguaje humano. De hecho, la ingeniería de prompts es un arte y una ciencia para interactuar con los sistemas de inteligencia artificial a través de mensajes o instrucciones. A medida que estos modelos vayan escalando, apunta el ingeniero multidisciplinar, las personas debemos ir entendiendo esos modelos y aprendiendo a interactuar con ellos porque “va a haber muchos trajes de Iron Man diferentes, con diferentes capacidades que amplifican de forma diferente nuestro potencial”. Por eso, añade Carlos Alarcón, es importante saber qué prompt puede ser más efectivo, porque el lenguaje va a estar presente en todas las interfaces. Muestra de ello es la integración de Copilot al sistema operativo de Microsoft, tanto en la estructura de ofimática como en el entorno de desarrollo. Algo que también están replicando otras firmas como Google o IBM.
Introducir la IA en los negocios
Aunque no de forma masiva, las compañías están introduciendo progresivamente los diferentes sistemas de inteligencia artificial para automatizar y aumentar la productividad, sobre todo en finanzas, marketing, diseño o desarrollo de software. Tanto Ideami como Alarcón coinciden en destacar que los negocios y las personas trabajadoras, especialmente aquellas con responsabilidad y poder de decisión, deben empezar a explorar estas herramientas para entenderlas y saber guiarlas para sacar el máximo provecho.
Los modelos de IA no pretenden sustituir a nadie, según apuntan ambos ingenieros, pero sí tienen un impacto directo en los roles y puestos de trabajo. Y, aunque actualmente es un gran asistente, los negocios deben estar preparados ante el salto que puede dar el desarrollo de esta tecnología.
La regulación de la IA: ¿hacia dónde debe ir?
Precisamente, el impulso frenético de la inteligencia artificial y la incertidumbre sobre el impacto real que puede tener en el futuro, hacen que sea importante “anticiparse” y establecer una regulación sobre el uso de esta tecnología, según argumenta Javier Ideami, quien apuesta por un punto intermedio entre la normativa europea que suele ser más restrictiva y la de EE.UU, caracterizada por ser más liberal. Desde una perspectiva latinoamericana y aunque lo ve realmente difícil, Carlos Alarcón defiende la creación de un ente internacional que ayude a regular la inteligencia artificial, como se hizo con la energía nuclear.