“Los robots cuidarán del 80% de los ancianos de Japón en 2020”. A principios de febrero desayunaba con esta noticia. Una búsqueda en Google me dejaba ver que era un contenido de agencia. La Vanguardia, The Guardian, El Español, y una gran lista de medios traían un contenido similar. El tema me enganchó y decidí seguir leyendo… hace tres años ya se hablaba de ello aunque con distintas estrategias.
El fenómeno no es solo de Japón. La población mundial está envejeciendo y eso mueve el tablero. En Europa también se está trabajando a este respecto con programas Marco de investigación.
Sucede, a veces, que las historias se cruzan y ese ha sido el caso con Óscar Belmonte, profesor titular del departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universitat Jaume I de Castellón (España). La semana pasada tuve la suerte de entrevistarlo junto a David Hernández (responsable de comunicación de Cuatroochenta), durante la grabación del primer Vídeo Tip 480, un formato con el que pretendemos hacer divulgación tecnológica.
Resulta que Óscar está trabajando en el proyecto Senior Monitoring, que ya recibió un premio On Social PARCTEC el año pasado, y que en marzo de 2018 comienza su andadura dentro del programa Start UJI de la Universitat Jaume I de Castellón (España). El proyecto es fruto de la colaboración entre el departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos y el de Psicología Evolutiva, Educativa, Social y Metodología, con los investigadores Óscar Belmonte y Antonio Caballer al frente.
¿Cómo se consigue esto? La persona a monitorizar lleva un smart watch, que permitirá que esté localizada en todo momento en su casa. En los hogares no llega la señal de los satélites GPS, por lo que otra novedad del grupo de investigación de Óscar ha sido utilizar las redes Wifi que todos tenemos en casa (la nuestra y la de los vecinos) para conocer las ubicaciones y, mediante la inferencia de datos, “mapear” el espacio, las rutas y el comportamiento de la persona. Una vez conseguido esto, se crea un modelo con técnicas de aprendizaje sobre el patrón de comportamiento. Cuando ese patrón varía quiere decir que algo está sucediendo.
El sistema puede aplicarse a la población en general, aunque tiene una utilidad más directa en las personas mayores, que muchas veces están solas y a las que cuesta detectar una merma en sus facultades.
Hasta ahora, la forma de detectar estas mermas es mediante cuestionarios que los sistemas de salud (a través de médicos, enfermeras, psicólogos) con una periodicidad semanal van pasando a las personas objeto de estudio y en los que se pregunta al “usuario” cómo se encuentran y si van detectando cambios o determinadas situaciones que pueden indicar un deterioro. La fiabilidad es relativa, pues factores como la falta de memoria, la distancia en el tiempo, el cambio de percepción de la situación, etc. pueden estar haciendo pasar por alto síntomas que indiquen variaciones en el estado de salud.
Existen numerosas evidencias sobre los beneficios que el uso de las TICs en aspectos como la independencia, la autonomía, la seguridad y la participación de las personas mayores.
Y, además, la asistencia de un chatbot
La investigación va a llevarse a cabo con personas a partir de los 55 años (¡sí! has leído bien), de esa forma se incorpora a personas procedentes del Baby Boom (nacidas entre 1957 y 1977).
El motivo es porque hay un cambio sustancial de la relación con la tecnología a partir de esta edad.
Una consecuencia añadida que se conseguiría con la puesta en práctica del sistema es que se reducirá el nivel de estrés de las personas que conviven o de los familiares de personas mayores que no pueden estar todo el día junto a ellos.
Por una parte, disponer de un chatbot bien programado y asociado a la aplicación en la que está trabajando Belmonte y su equipo, permitirá en el primer caso (las personas que conviven) tener una segunda opinión y no sostener toda la carga de estar pendiente de la evolución diaria de la persona que se cuida.
Muchas veces esos cambios son tan paulatinos que, cuando nos damos cuenta, ya ha pasado un tiempo que puede ser vital para, por ejemplo, la detección precoz de enfermedades degenerativas como el Alzheimer o para que el médico cambie una medicación que no está obteniendo los resultados esperados en el paciente.
En el caso de los cuidadores o familiares que no pueden estar todo el día con la persona dependiente, saber que va a saltar una alarma cuando algo no vaya bien y que un chatbot conversacional va a comenzar a ayudarle y a recabar más datos (aunque ésta no tenga ni idea de tecnología) permiten evitar la tensión y el remordimiento por no poder atender como nos gustaría a un ser querido.
Transferencia Universidad-Empresa a través del MIT4
Por otra parte, durante la grabación del vídeo tip, el profesor Belmonte también nos habló de otra iniciativa que está llevando a cabo junto a Reyes Grangel, Mercedes Segarra, (profesores de la UJI) y Sergio Aguado (socio fundador y CTO de Cuatroochenta). Se trata del proyecto MIT4, que busca “generar un contexto de aprendizaje dirigido a mostrar a los estudiantes cómo emprender sus propios proyectos de creación de empresas de base tecnológica”, dentro de un marco de colaboración Universidad-Empresa que haga posible la transferencia de resultados del mundo teórico al práctico.
Dentro de la colaboración del MIT4, se han incorporado recientemente al área de desarrollo de Cuatroochenta cinco estudiantes (Alejandro Gas, Roberto Bernard, Adrián Picazo Daniel Dinu y Nahuel Olivera) del Grado en Ingeniería Informática y Matemática Computacional de la Universitat Jaume I de Castellón. Todos ellos han realizado el itinerario formativo del MIT4 y realizarán sus prácticas con proyectos propios y misiones concretas bajo la supervisión de Sergio Aguado para realizar investigaciones de desarrollo con cuatro tecnologías distintas: React Native, Symfony 3, Chatbots y Big Data.