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Un robot autónomo que recoge residuos, una aplicación que analiza emociones en eventos en tiempo real y un software que controla el alumbrado, proyectos ganadores en el encuentro de programadores dedicado a la ‘smart city’ organizado por Xarxatec.

Nadie es capaz de ofrecer una definición única sobre qué es una ciudad inteligente, pero muchos coinciden en que es la suma de progreso y tecnología; equiparando muchas veces esta denominación con la de “ciudad tecnológica”. Como bien apunta Antonio Rodríguez de las Heras, tradicionalmente las urbes estaban rodeadas por murallas y hoy en día ningún tipo de barrera sería capaz de contener una ciudad, ya que se expanden a ritmos inimaginables.

Si construir una smart city es labor complicada, mantenerse en esta categoría se convierte muchas veces en una misión mucho más ardua. Es útil instalar sensores que controlen las emisiones de CO2 del aire, pero es ineficaz no ir actualizando dichos sensores a medida que pasan los meses. Lo mismo ocurre con instalar redes de transporte público respetuosas con el medio ambiente. La tecnología avanza a pasos agigantados y exige a las ciudades inteligentes responder a los hábitos y necesidades de sus habitantes.

Cuatroochenta crea y apoya proyectos que tienen como misión impulsar el fomento de la tecnología, acercarla a la ciudadanía y mostrar cómo esta facilita el día a día de los ciudadanos. El objetivo último es sencillo:

buscar la transformación de las urbes en ciudades inteligentes.

Un claro ejemplo es Hackathon Castellón, el encuentro de programadores más importante de la Comunitat Valenciana que se celebra anualmente en la capital de La Plana y que ha cumplido su cuarto aniversario este año bajo la temática de de smart city. Sergio Aguado, director técnico y cofundador de Cuatroochenta, además de miembro del comité evaluador del evento, considera que “la variedad es el atributo esencial de una smart city, ya que en eventos como Hackathon se pueden desarrollar decenas de propuestas y funciones fácilmente aplicables en el día a día”.

Un robot autónomo encargado de transportar residuos y actuar frente a obstáculos ha sido el proyecto que ha conseguido sorprender al jurado de la cuarta edición de Hackathon celebrada del 25 al 27 de octubre en el Pabellón de la Universitat Jaume I de Castelló. “Nuestro foco era uno simple: resolver problemas reales para hacer más eficiente la recogida de residuos sólidos urbanos”, han destacado los miembros del equipo ganador, todos estudiantes de Ingeniería Electrónica e Ingeniería Informática de la Universidad Politécnica de Valencia y la Universidad de Murcia.

El fin último de la tecnología debe ser facilitar la vida a los seres humanos y Adfectus, el grupo que se ha alzado con el segundo premio de Hackathon Castellón, lo tenía muy claro. “Cada día se celebran en el mundo decenas de jornadas. Hemos propuesto una aplicación capaz de controlar en tiempo real las emociones de los asistentes y con ello ofrecer información a la organización del evento para que pueda cambiar la dinámica del mismo en función de si el público se aburre, se divierte, etc.” han resaltado los integrantes del equipo.

El bronce se lo ha llevado una pareja de estudiantes que ha conseguido crear durante los dos días un prototipo de un software dedicado a mejorar cualquier tipo de ciudad. Su misión: controlar el alumbrado, el agua y el sistema de cultivo de una urbe; haciendo que por ejemplo las farolas se apaguen y enciendan en función de la luz solar y no de la hora del día.

Durante las 48 horas non stop que ha durado el encuentro de programadores de Castelló, se han creado estas y muchas otras propuestas relacionadas con las ciudades inteligentes. Más de 25 propuestas han cautivado a un experto jurado formado por 14 profesionales del sector tecnológico y empresarial que no perdió detalle de cada una de las presentaciones.

Raúl Soriano, ingeniero mecánico, se presentó al evento con un fin claro: desarrollar un prototipo que minimizara al máximo la colisión de las motocicletas con los demás vehículos de una ciudad. Mediante un sistema de smart leds que funciona por colores se informa al conductor de la distancia entre el vehículo que va delante suya y del que le precede. Este tipo de proyectos buscan implementarse en una smart city con la clara misión, al igual que los anteriores, de facilitar el día a día de sus ciudadanos.

El tamaño de una urbe no es determinante para que esta pueda ser considerada inteligente o no, y es que en el evento se han desarrollado proyectos aplicables a ciudades de cinco millones de habitantes o de simplemente medio millón. Otro de ellos es una aplicación dedicada al smart commerce que potencia el comercio local, a la vez que informa a los turistas sobre los puntos de interés de la ciudad. Una propuesta que, según sus creadores, es “creativa, útil y eficiente, y dinamizaría el tejido comercial de las urbes”.

Algunos otros ejemplos han sido: el empleo de Google Maps y Street View para mover los contenedores de basura en función de sus capacidades en tiempo real, videojuegos que enseñen a los niños a tener una actitud respectuosa con su ciudad (introduciendo los edificios de sus ciudades en el juego), así como softwares que consigan cambiar los colores de los semáforos en tiempo real en función del tráfico de cada calle.

“Encuentros como este se convierten en nidos de ideas brillantes, pero a pesar de que un proyecto sea excelente, hay que convertirlo en una propuesta de negocio y saber venderlo”

Rafael Albella y Nacho Porcar, miembros del comité evaluador de Hackathon Castellón.

La viabilidad de las ideas se convierte en un factor determinante para saber si dicho proyecto podrá mejorar una smart city o, por el contrario, se quede en la fase de propuesta prometedora, pero sin una clara aplicación en la cotidianidad de la ciudadanía. La tecnología se ha convertido en la mano derecha de los seres humanos y estos deben ser capaces de controlarla y usarla para mejorar y facilitar sus estilos de vida.