Por “razones de agenda” no me ha sido posible asistir a Davos. Me he perdido las conversaciones de pasillo, las miradas, los gestos que dan mucha información. Sin embargo, no está todo perdido. Gracias a Dios tenemos mucha información colgada en formato digital. El pasado 26 de enero terminó el Foro Económico Mundial, que había empezado oficialmente tres días antes, aunque hay un trabajo previo, incluidas publicaciones, tan intenso como interesante. El tema de este año, bajo el que se han reunido más de 3.000 personas de 110 países (buena muestra de lo que es el mundo) ha sido “Crear un futuro compartido en un mundo fracturado”.
Para hacerle frente, cuatro son los temas centrales que han tratado:
1. La reducción de la brecha de género.
2. Las formas de cuidar el medio ambiente.
3. La protección de la economía global frente al colapso.
4. Las tecnologías emergentes y su impacto en el mundo laboral.
A juzgar por las palabras del profesor Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, la revolución tecnológica va a tener serias implicaciones sobre el resto: “Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”. Es decir, la revolución tecnológica lo modificará, por extensión, todo. Joe Kaeser, presidente y CEO de Siemens AG ahonda en lo mismo: “La cuarta revolución industrial no se trata solo de tecnología o negocios; se trata de la sociedad”.
Nos ocupa pues el papel transformador de las nuevas tecnologías en este mundo. El propio Schwab ha hablado de ellas como la cuarta revolución industrial (4IR) refiriéndose a una revolución digital caracterizada por “una fusión de tecnologías que difumina las líneas entre las esferas físicas, digitales y biológicas”. Difuminar esas lineas quiere decir que todo se va a reordenar, reorganizar.
Aparentemente la 4IR va de tecnología y de productividad, pero como vemos en la imagen superior existe un ecosistema dinámico cuyas relaciones se ensanchan en cuanto nos acercamos a cada miembro del mismo. Hablar de innovación y productividad por ejemplo, es hablar del futuro de las empresas y ese futuro a parte de la gestión del mercado o de los nuevos modelos de negocio debe ocuparse de las relaciones regulatorias, del compromiso social y de la transformación de talentos, casi nada.
Algo parecido si nos acercamos a la gobernanza ágil. Nos encontraremos que es un tema que recoge la gobernanza global, el futuro del gobierno, la innovación y el cambio de comportamiento, que nuevamente al adentrarnos en él, reestructura sus relaciones con el resto de miembros de su ecosistema.
El número de relaciones es muy alto, pero creo que es vital centrarse en dos puntos: Educación y cambio de mentalidad por una parte y hacia dónde vamos.
El necesario cambio en la educación y en la mentalidad
Volviendo a las palabras de Schwab, difuminar las líneas entre el mundo físico, digital y biológico implica, por una parte, un cambio profundo en el sistema educativo obligatorio y postobligatorio e incluso en el aprendizaje no formal, pero también en la transformación individual del personal que ya está dentro del “antiguo sistema”, es decir, el sistema productivo actual. Un interesante mapeo (en EE.UU.) de las vías de transición laboral y de las oportunidades de reciclaje usando el poder de los datos digitales puede encontrarse en el informe WEF_FOW_Reskilling_Revolution.
Una de sus conclusiones es que invertir en la formación continua de los trabajadores y en crear las condiciones para el cambio es muy rentable para las empresas y que el papel de las personas (mentalidad y esfuerzo individual) será clave para conseguirlo. Como incógnita queda saber cuánto tiempo se requiere para esta transformación.
¿Cómo se desdibujan las fronteras?
La capacidad de procesamiento y la bajada de precio de los dispositivos de procesado y almacenamiento de información son dos elementos clave para llevar a cabo la transformación digital. “Actualmente, un dispositivo de tableta estándar posee la capacidad de procesamiento equivalente de 5.000 ordenadores de escritorio de hace 30 años. El coste de almacenar la información que producen estos dispositivos se acerca a cero. Por ejemplo, almacenar 1GB cuesta un promedio de menos de 0.03 dólares al año hoy, en comparación con los más de 10.000 de hace 20 años. Esto ha reducido completamente los costes de procesar información”. Y esto va en aumento… hasta la computación cuántica.
Para que nos hagamos una idea práctica de lo que estamos hablando, el primer genoma humano fue secuenciado en 2001, costó más de 10 años de trabajo y 2.700 millones de dólares. Hoy un genoma puede ser secuenciado en pocas horas y por menos de 100 dólares. ¿Qué implica eso? A nivel económico que, por ejemplo, en EE UU la tasa de retorno es de 1 dólar invertido por 65 recuperados e, incluso, estimaciones más optimistas hablan de 140$.
Estamos por tanto en el comienzo de una bio-economía que afectará no solamente a aplicaciones orientadas a otra forma de tratar la salud de las personas, sino que las interacciones entre nanotecnología, inteligencia artificial, robótica y otras tantas innovaciones biológicas están dando paso a grandes avances en materiales inteligentes, generación de energía, soluciones a la contaminación, etc. Siempre según el informe WEF_Harnessing_4IR_Life_on_Land, que en su págia 22 también incluye un interesante descripción de los elementos que están posibilitando esta cuarta revolución industrial.
Podemos afirmar, pues, que las fronteras se desdibujan a causa de una fusión de tecnologías, y de una creciente armonización e integración de disciplinas de investigación mediadas por una tecnología cada vez más asequible. Sin embargo, todos estos cambios son solo la punta del iceberg. La magnitud de lo que tenemos delante es tan gigantesca que abordarlo nos va a llevar años.
Para concluir os dejo con Jack Ma, y con algunas de las citas más importantes que el fundador y presidente ejecutivo de Alibaba Group expresó en su entrevista en el Foro Económico Mundial de Davos, son un mensaje de optimismo. Os dejo pensando.