El transporte de viajeros y mercancías en España es un sector económico de una enorme y creciente importancia estratégica para la industria, el comercio y la movilidad de las personas. Históricamente, ha sido un sector que ha generado un gran valor bruto. Sin embargo, durante la crisis sanitaria del COVID-19 sufrió una fuerte caída y desde el año 2021 se volvió a iniciar su recuperación tanto en el transporte nacional de viajeros y mercancías, convirtiéndose en un sector clave en el desarrollo y sostenibilidad del sistema económico y social, que dio lugar a la necesidad de mejorar las pautas de movilidad y fomentar el transporte intermodal (uso combinado de diferentes modos de transporte, como carreteras, ferrocarriles, barcos y aviones, para mover mercancías o pasajeros de un origen a un destino final), tal y como señala el “Informe sobre la aportación del transporte y sus retos futuros” llevado a cabo por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
Tal y como se desprende en el informe de la décima edición del Observatorio del Transporte y la Logística en España (OTLE), a pesar de que durante el año 2020 se redujo su consumo energético un 20,8% y del creciente uso de energías renovables, el sector transporte en España sigue teniendo un gran impacto a nivel de sostenibilidad medioambiental, situándose por encima de la media europea en consumo de energía y siendo el transporte por carretera el responsable de la mayor parte de este consumo.
De acuerdo con el informe del OTLE, en cuanto a eficiencia energética, el ferroviario es el modo de transporte más eficiente en España debido al alto volumen de pasajeros y mercancías que puede transportar. En cuanto a emisiones de sustancias contaminantes (GEI, acidificantes, etc), el transporte por carretera es el que produce la mayor cantidad de emisiones en comparación con otros modos de transporte por ser el modo más utilizado en el transporte interior de viajeros y mercancías, aunque el transporte aéreo es el que más emisiones de GEI produce por cada viajero-km y tonelada-kilómetro transportada y el ferroviario es el que tiene una clara ventaja en términos de emisiones directas de GEI por unidad de transporte-km.
Hacia un transporte sostenible
Igual que en el sector agroalimentario y en línea con el Pacto Verde Europeo, el sector transporte debe experimentar una transformación que hará necesaria una reducción del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para lograr la neutralidad climática de aquí a 2050. Del paquete de medidas hacia un transporte más sostenible, destaca su participación en el Régimen de comercio de derechos de emisión de la UE, así como en el Reglamento sobre la infraestructura para los Combustibles Alternativos, entre otros.
El transporte es responsable del 25% de las emisiones GEI de la Unión Europea.
Partiendo de este contexto, uno de los principales retos del sector transporte es reducir su impacto en el medio ambiente, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y avanzar hacia un sistema de transporte más sostenible y eficiente en el uso de recursos energéticos. Esto implica cambios en la infraestructura como vehículos menos contaminantes (vehículos eléctricos y de hidrógeno), así como el fomento de un transporte más eficiente energéticamente.
El sector de las grandes infraestructuras de transporte se enfrenta a un escenario de transición en el que deberá responder a diferentes retos.
En esta línea, la transformación tecnológica es uno de los instrumentos que va a permitir digitalizar el proceso de reporting de consumos energéticos e indicadores clave como el cálculo de la huella de carbono en el sector del transporte.
La automatización de este proceso permite a las empresas de transporte recolectar y analizar los datos de manera más eficiente y efectiva, lo que les permitiría establecer objetivos para reducir su huella de carbono, fomentar la independencia energética a través de energías renovables y reducir sus costes operacionales siendo más competitivos frente a la incertidumbre y crisis global existentes.
Asimismo, la tecnología podría ayudar a las empresas a mantenerse al día con las regulaciones y normativas de emisiones de gases de efecto invernadero en constante evolución.