Tan solo tienes que seleccionar uno o varios contactos de la agenda de tu móvil y activarlo. A partir de ese momento, cada vez que pulses rápidamente tres veces el botón de encendido del teléfono, éste enviará un mensaje al contacto (o contactos) que hayas escogido con dos fotografías sacadas con la cámara frontal y la trasera y una grabación de audio de cinco segundos. Es la funcionalidad Enviar mensajes SOS que incluyen los últimos modelos Samsung (entre otros), y también uno de los valores que destacan en una tienda de telefonía móvil si preguntas por ese modelo en concreto. Bueno, y especialmente si eres mujer, claro.
De repente, un botón de ayuda pasa a ser un requisito tan importante en un smartphone como el sistema operativo, procesador, los mpx de la cámara o la capacidad de almacenamiento. Porque sí, puede ser que un botón de ayuda, de repente, se convierta en una herramienta para que una mujer pueda caminar un poco más tranquila por la calle (si es que algún día lo logra hacer) o para que sus familiares y amistades también lo estén sabiendo que si pasa algo su teléfono móvil les avisará.
Si una app responde a una necesidad y transforma digitalmente algo tan cotidiano como puede ser pedir comida, aparcar en la zona azul de tu ciudad, llevar la ropa a la lavandería, localizar y cuidar de los tuyos o reservar la clase de pilates de esta tarde en tu gimnasio, ¿pueden las apps convertirse en una herramienta más del feminismo?
Activismo feminista y apps
Apptivismo, cuando la tecnología se utiliza para responder a problemáticas sociales como, en este caso, el machismo y la violencia de género.
Nos referimos a herramientas que van más allá de apps para ligar que mantienen el anonimato de las usuarias, por ejemplo. Sino a herramientas para visibilizar, concienciar y ayudar. Como un botón de emergencia en tu teléfono con el que poder pedir ayuda cuando te encuentras en una situación de peligro, un mapa en el que se registren los acosos sufridos por mujeres, un mecanismo para llegar a jóvenes y hablarles sobre los peligros de conceptos impuestos y a veces tan dañinos como el amor romántico. O, por qué no, un chatbot como asistente de la mujer o el big data y el tratamiento y desarrollo de estrategias de explotación de datos (Business Inteligence) con capacidad para realizar análisis predictivos sobre situaciones de acoso y violencia.
Dando una vuelta por las app stores podemos encontrar apps que se convierten en herramientas útiles como Alertcops, un servicio de alertas de seguridad que envía avisos al centro policial más cercano y permite compartir ubicación con los tuyos; Botón de Pánico #NiUnaMenos, con el que las usuarias pueden enviar alertas sus contactos de confianza para que las puedan asistir en caso de emergencia enviando la ubicación y la situación; o Mapa de acosos. Denunciemos el acoso callejero, una app que deja en evidencia la cantidad y tipos de acosos y abusos sufridos por mujeres a través de un mapa colaborativo en el que las usuarias registran estas situaciones con puntos en un mapa. También para la divulgación y altavoz del feminismo, como Ygualex, para la divulgación, concienciación y ayuda sobre la violencia de género; Ligando de buen rollo, un videojuego sobre relaciones de amor no tóxicas e igualitarias; Historia del Feminismo o Mango Meter, revisión de películas feministas asiáticas.
No se trata de descubrir la rueda, y, sobre todo, teniendo en cuenta apps pensadas para la denuncia de la violencia de género y asistencia de las víctimas, para quienes es complicado que puedan utilizarlas ya que normalmente las mujeres viven en una situación de control total, incluido su teléfono móvil. Pero sí de llevar una realidad al mundo digital y crear herramientas útiles.
Tecnología y mujeres, visibilizando y creando referentes
Pero ¿cuál es la relación entre las mujeres y la tecnología? ¿Existe desigualdad de género en el mundo de la informática, el desarrollo de apps o la programación? Desde hace un tiempo que en los centros educativos se está educando en materias STEM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), abriéndose a un nuevo escenario. Pero, por otro lado, se siguen sucediendo los seísmos de una educación patriarcal que, mientras acerca a las personas a campos como el desarrollo de soluciones tecnológicas, le dice que es un mundo de hombres. Algo similar a lo que ha ocurrido en campos como el de las construcciones o la arquitectura, que llegó a tener un papel tan determinante como el que puede tener ahora la tecnología.
“El mundo de la tecnología se mueve muy rápido. Se abren constantemente nuevos campos que empiezan desde cero. Áreas específicas como big data, internet de las cosas o blockchain no existían hace pocos años. Los referentes, masculinos o femeninos, no existen. Los estamos creando a diario”, explica la directora de gestión de sistemas de información de IE School of Human Sciences and Technology IE University Teresa Ramos en una columna de opinión publicada en Retina. No es fácil encontrar esos referentes, sobre todo en un ámbito que ha sido escrito por y para hombres.
Uno de los objetivos de la ciencia y la tecnología es el de responder a las necesidades de las personas. ¿Pero qué ocurre si el sistema patriarcal nos ha enseñado que la relación de las mujeres con la tecnología nunca es activa? ¿Y si siempre se ha pensado que las únicas necesidades de las mujeres estaban relacionadas con la familia y el hogar y, por tanto, se afianzaba el concepto de que el papel de la mujer y la tecnología se traduce en aspiradoras, lavadoras, cocinas…? Es importante repensarlo desde una perspectiva feminista que vaya más allá del posible papel que ha tenido la mujer en el mundo de la tecnología, que también, sino pensar en aquellos mecanismos que la han sacado del mapa, que han silenciado su presencia y creado barreras como el acceso a la educación, roles de familia, infravaloración de su trabajo para glorificar y anteponer el del hombre, etc. Incluso el uso de la ciencia y la tecnología con fines sexistas, homofóbicos, clasistas y racistas. Otro de los muros con los que se han encontrado las mujeres es la forma en la que el mundo de la informática y la tecnología se ha masculinizado de tal forma que, para formar parte de él, se pensaba que las mujeres tenían que adquirir aquellas supuestas cualidades que se dicen propias de hombres.
Pero ya no. Los referentes empiezan a tomar forma y, lo más importante, el feminismo nos ayuda a entender que siempre estuvieron ahí, aunque nadie parecía estar mirando. ¿Dónde? A través de nombres como el de Ada Lovelace, matemática y escritora conocida por su trabajo sobre la máquina analítica que impulsó Charles Babbage al añadir unas notas que se consideran el primer programa de ordenador, es decir, fue la autora del primer algoritmo de la historia. También Grace Murray Hopper, quien desarrolló el primer compilador para un lenguaje de programación que derivó en el desarrollo de COBOL, un lenguaje universal que se podía utilizar en cualquier ordenador; Mary Allen Wilkes, conocida por sus aportaciones a los sistemas operativos para LINC y por ser la primera persona en utilizar un ordenador en casa (que, por cierto, ¡tenía el tamaño de una nevera! y lo puso en el salón de la casa de sus padres); Jean E. Sammet y su desarrollo de un lenguaje de programación que ayudó a la computación científica y de ingeniería; o la ingeniera informática Carol Shaw, la primera mujer diseñadora de videojuegos, autora del prototipo de Polo de Atari.
Mujeres que también han ayudado a la divulgación y visibilización, como Anita Borg, impulsora de las conferencias Grace Hopper Celebration of Women in Computing y fundadora del Instituto de la Mujer y la Tecnología, que actualmente lleva su nombre; o Frances Elizabeth Allen, conocida por su papel en IBM y el desarrollo de programas informáticos que traducen el lenguaje de programación al lenguaje común y la creación de códigos de seguridad, además de ser la primera mujer en recibir el premio Turing.
La historia ha invisibilizado estos y otros muchos nombres (y en otros muchos campos), pero también es cierto que no le falta razón a Teresa Ramos cuando habla de que esos referentes aún se están creando, por lo que es tan importante no caer en la infravaloración de las mujeres y olvidar su contexto y razón de ser. Si pensamos en el mundo del desarrollo de apps o web y la transformación digital, es complicado encontrar grandes referentes, pero se están construyendo y visibilizando. Para muestra, un botón. Sobre todo si eres una niña de 10 años, te llamas Valeria Cortés y tienes, junto a tu profesora de robótica (Patricia Heredia) un canal de YouTube dedicado a la divulgación científica para niños y niñas como es ValPat STEAM.
Valeria también es una de las impulsoras de Girls 2 Program, una app colaborativa que sirve como repositorio de vídeos tutoriales sobre programación con el propósito de educar en materias STEM para que otros niños y niñas aprendan a programar que ha desarrollado junto Alejandra Bagé, Paula Sanclemente y Sara Miravé, también de 9 a 10 años de edad. O si por ejemplo formas parte de un grupo de cinco programadoras, Honey Soft Dev, y has ganado por segundo año consecutivo el reto de Cuatroochenta en el Hackathon Castellón 2018 con GrandApp, una aplicación que conciencia sobre la soledad de las personas mayores utilizando chatbots conversacionales.
El ayer y el hoy. Y, sobre todo, nombres, rostros y evidencias, sus huellas. La importancia de no perpetuar esos roles de género que hablan de trabajos para hombres y trabajos para mujeres; de trabajos de hombres con mujeres que se tienen que masculinizar y de trabajos de mujeres con hombres que se tienen que feminizar. De hombres que no lloran y mujeres que sí lo hacen. De que Casio lance una calculadora rosa para mujeres, por aquello de tener “una mejor experiencia al usar calculadoras que se adapten a sus entornos de trabajo”. Y, al final, se trata de hablar de reconocer el papel de la mujer y sus contribuciones, pero también de repensar el hoy desde una perspectiva igualitaria y antipatriarcal para construir el mañana. De cómo el feminismo también se puede apoyar en las apps y la transformación digital, aunque te preguntes por qué a ti, mujer, te tienen que explicar que tu nuevo teléfono tiene un botón de ayuda.