Raúl Leal es un programador de Cuatroochenta a quien me dirigí hace algún tiempo en busca de información sobre IFTTT (“IF This Then That”), la plataforma capaz de comunicar servicios (aplicaciones), en base a la siguiente lógica: “Cuando suceda esto, tienes que hacer aquello”. Con el pragmatismo de los programadores me dijo:
El interés por IFTTT no era casual, había conocido la colaboración de Cuatroochenta con la Asociación de Investigación de la Industria Textil (AITEX) con el objetivo de automatizar acciones con sensores Internet Of Thing (IoT) en textil hogar. Me parecía casi ciencia ficción. Después de una labor del equipo de consultoría y programación, la solución propuesta a AITEX había sido el uso de IFTTT.
IFTTT trabaja con applets. A diferencia de los programas, un applet no puede ejecutarse de manera independiente, lo hace en el contexto de otro programa, por ejemplo, de un navegador web que soporte el modelo de programación por applets (la mayoría hoy en día). Y lo que hace, como hemos visto en el primer párrafo, es conectar dos o más aplicaciones o dispositivos entre sí, para permitirles hacer algo que esas aplicaciones o dispositivos no podrían hacer por sí mismos o cuya evolución para conseguirlo sería demasiado costosa. Se trata de una simbiosis perfecta en el campo de la tecnología.
Por ejemplo:
Si un usuario en una red social (servicio 1) publica una foto, guárdame esa foto en mi carpeta img de la aplicación (servicio 2) sin que ambas aplicaciones estuvieran inicialmente conectadas.
En los 10 años de plataforma IFTTT los applets integrados han evolucionado y, del esquema básico “si esto, entonces eso”, han pasado a poder ofrecer más de una respuesta para una situación: "si esto, entonces eso y aquello" y/o a añadir filtros condicionales, es decir, contemplar dos condiciones antes de hacer que suceda algo ("si esto y aquello, entonces eso"). Conclusión:
¿Qué tiene IFTTT para que sea fascinante?
Su capacidad de incrementar la conectividad digital.
A pequeña escala esta aplicación permite generar una cadena de reacciones automáticas, y relativamente inteligentes, a una acción dada, pero el mayor potencial reside en la capacidad de generar “experiencias conectadas” a través de la integración de servicios y es que, en el futuro, todo será un servicio.
Deloitte apuntaba en 2019 las 7 tendencias en tecnología para los próximos 10 años. De una de ellas, DevSecOps y el imperativo cibernético, ya hablamos en otro artículo, pero hay otras 2 tendencias plenamente alineadas con las experiencias conectadas y para las que IFTTT podría ayudarnos: las Interfaces inteligentes. Entendiendo como tales aquellas que combinan en mayor o menor medida el aprendizaje automático, la robótica, IoT, la conciencia textual, la realidad aumentada avanzada y la realidad virtual, que a la postre permitirán la "micro-personalización" de productos y servicios; y el llamado Martech, es decir, el marketing tecnológico:
Aplicar la tecnología para que la captación de datos y la posterior toma de decisiones sea lo más confiable posible, para lo que es ideal una recogida de datos en tiempo real y automatizada e integrada en nuestros sistemas. Algo así como lo que pretendía Vessyl, el vaso que sabe lo que estás bebiendo, aunque con mejor suerte pues Vessyl pese a todo su potencial futuro, no solo como contenedor de líquidos, sino incluso en el ámbito de la salud, no llegó a comercializarse.
Sin embargo, el ejemplo Vessyl deja muy claro el alcance de la sensorización (IOT) de cualquier elemento desde el textil, como el caso de AITEX, gracias al cual una camisa podría darnos detalles de nuestra temperatura corporal, nuestra transpiración, frecuencia cardiaca o movimientos y, con ello, tomar decisiones como encender el aire acondicionado automáticamente.
Otras aplicaciones serían, por ejemplo, detectar cómo, cuánto o cuándo se alimenta un animal y poder saber si está enfermo, o controlar la necesidad de nutrientes de determinados cultivos en base a datos de la tierra y del comportamiento del clima.
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Hacia una sensorización omnipresente
IDC estima que habrá 41,6 mil millones de dispositivos IoT conectados, que generarán 79,4 zettabytes (ZB) de datos en 2025. No está mal si atendemos a que el volumen en datos aproximado de todo el internet en el año 2015 fue de 8 zettabytes es decir, multiplicaremos por 10 en 10 años. Y aunque bien es cierto que estos datos serán mayoritariamente de sectores como la videovigilancia, la industria y la automoción, otros sectores como la sanidad o el hogar inteligente pujarán cada vez más en este mercado en el que la llegada del 5G incrementará el ancho de banda para transmitir información a la vez que bajará la latencia con lo que seguirán apareciendo nuevas aplicaciones.
La información a transmitir por todos estos dispositivos incluirá audio, imagen y vídeo, pero también metadatos generados por los propios dispositivos IoT y, en este contexto, herramientas como ELK Stack permitirán almacenar y tratar estos datos en bases de datos NoSQL para extraer el máximo valor directamente al incorporarlos a otros sistemas cognitivos (con inteligencia artificial o machine learning) para sacar el mayor partido al Big Data de la empresa.
Reducción del coste de integración
En el futuro todo será un servicio y bajo esta premisa deberemos ir ineludiblemente hacia sistemas de integración de unos con otros. El consumidor al comprar un producto o servicio espera una nueva experiencia conectada. Para conseguirlo hay que estar en condiciones de proporcionar a estos clientes control, compatibilidad y conectividad.
Por ejemplo, Philips lo ha entendido a la perfección y permite la conexión a su bombilla Hue a través de un reloj deportivo Garmin, para cambiar su intensidad o color. Reloj que, a su vez, puede conectarse también con Spotify para que escuchemos música directamente, desde nuestra lista preferida, da igual dónde estemos y todo ello mediado por sistemas como IFTTT.
Esto nos invita a plantearnos lo siguiente para nuestros productos:
La respuesta a estas preguntas puede hacernos caer en la cuenta de que nuestra empresa no está suficientemente preparada para abordar este escenario hacia el que caminamos y de que necesitamos plantearnos en serio la transformación digital.
Desde hace algún tiempo las principales consultoras, como Gartner, vienen advirtiendo sobre los retos que supone la integración de un gran volumen de dispositivos IoT y de cómo un enfoque de integración híbrida nos puede ayudar en nuestro proceso de transformación digital. Toda vez que, como anuncia Capgemini, la modernización de la integración híbrida y la arquitectura de microservicios habilitando APIs serán claves para impulsar la transformación digital y maximizar el potencial de la conocida economía API.
“Hasta 2020, el trabajo de integración representará el 50% del tiempo y el coste de construir una plataforma digital”
Massimo Pezzini Gartner
Comenzar a usar aplicaciones en una nube pública (como IFTTT, Dropbox, Google Drive) junto a nuestros sistemas de información (ERP, CRM, bases de datos), que cada vez más se encuentran en una nube privada, puede ser una excelente forma de avanzar en formar parte de esa llamada economía API. Ciudades como Louis Ville o City of Edmon, por ejemplo, ya lo han entendido y están utilizando todos los recursos que nos ofrece la tecnología para mejorar la gestión al ciudadano.
IFTTT no es la única plataforma que permite crear conectividad. Otras empresas como ZAPIER, o Microsoft Flow, también lo hacen. Sin embargo, su simplicidad para ofrecer soluciones, su potencial para la mejora a través de la escucha activa de la comunidad y su evolución hacia la integración de la voz en plataformas como Alexa de Amazon, OK Google, Siri de Apple y otros servicios, así como la exploración de las posibilidades de interacción con la realidad aumentada, hace que hoy por hoy sea casi un básico para dar soluciones en conectividad digital entre productos y servicios a los clientes.
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