El sector de alimentación y bebidas es el tercero de España en producción económica, ascendiendo hasta los 131.418 millones de euros su valor añadido bruto en el país, según el último informe de la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas. Este aspecto, junto con su fuerte internacionalización y la implicación de un elevado volumen de recursos energéticos y materias primas en sus procesos de producción, lo convierten en uno de los sectores más concienciados y avanzados en cuanto al establecimiento de políticas que busquen un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente. No solo las exigencias normativas empujan al sector a crear modelos de negocio más sostenibles, sino que tanto clientes como consumidores finales piden compromiso al sector exigiendo productos que tengan el menor impacto posible y que contribuyan a generar un futuro mejor. Muestra de ello es que el sector de alimentación y bebidas abarca la mayor parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El de los alimentos y bebidas es el quinto sector con mayor número de empresas comprometidas con los ODS, con un porcentaje del 89%
A finales de 2019, la Comisión Europea publicó el Pacto Verde Europeo (Green Deal15), donde se presentaba el plan de acción a seguir para lograr la transformación de la economía europea hacia un modelo más sostenible.
Fuente: Comisión Europea
La hoja de ruta planteada por la Comisión abarca todos los sectores económicos, siendo la industria de alimentación y bebidas uno de los más destacados por su papel en la transición hacia un sistema alimentario más sostenible.
Tecnología para monitorizar la cadena de suministro y calcular la huella de carbono
Partiendo de este contexto, la industria de alimentación y bebidas se enfrenta a un escenario de transición en el que deberá responder a diferentes retos. Uno de los principales desafíos es conocer bien su cadena de valor y aplicar la innovación y la digitalización en sus procesos productivos con el objetivo de optimizarlos, reducir el consumo de recursos, como materias primas, agua y energía, y contribuir a aminorar la generación de emisiones, residuos y vertidos.
La transformación tecnológica es, por lo tanto, uno de los instrumentos que va a permitir la monitorización de la cadena de suministro de las organizaciones de este sector, limitando la dependencia de recursos materiales y energéticos ante la continua incertidumbre global, incorporando aspectos ambientales, sociales y de buena gobernanza (ESG) y optimizando la toma de decisiones sobre sus procesos.
Un ejemplo práctico y sencillo de la utilidad que tiene la tecnología en la lucha contra el cambio climático por parte de las organizaciones es el cálculo de la huella de carbono en toda su cadena de valor, obligación que muchas compañías deberán cumplir de acuerdo con la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética. Este cálculo permite conocer, de manera precisa, en qué procesos hay un mayor consumo energético y dónde se pueden promover mejoras de eficiencia/ahorro energético o en qué medida es recomendable, por ejemplo, fomentar la independencia energética en una actividad/servicio frente a la incertidumbre y crisis global, generando energía renovable al mismo tiempo que se reducen las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Otro ejemplo es la tecnología aplicada a la gestión de residuos para conseguir una trazabilidad completa de los mismos a través de su registro y medición, contemplando aspectos como la identificación del residuo por código LER (Lista Europea de Residuos), su naturaleza y tratamiento y el registro de cada uno de sus movimientos. De esta manera, podremos disponer de una medición continua de todos los movimientos de residuos y asociarla a indicadores de cálculo de Análisis de Ciclo de Vida, como la huella hídrica, para fomentar los criterios de producción sostenibles y la economía circular.
Soluciones para facilitar el cumplimiento de la normativa
La tecnología también puede facilitar los procesos de certificación y mantenimiento de las normativas ISO, desde la ISO 14001 (sistema de Gestión Ambiental), hasta cualquier otra normativa (ISO 9001, 45001, 50001, etc.), a través de herramientas diseñadas para definir el alcance de la normativa, la gestión de las tareas diarias, procedimientos y documentación asociada, incluyendo el control de los registros, la programación de las auditorias, tanto internas como externas, y las evidencias clasificadas en no conformidades, acciones de mejora, observaciones u otras categorías que se quieran asociar.
Otro aspecto en el que la tecnología aplicada a la sostenibilidad puede ayudar a las organizaciones del sector de la alimentación y bebidas, es en los procesos de evaluación de informes no financieros, requisito obligatorio para aquellas organizaciones con más de 250 trabajadores (Ley 11/2018 de 28 de diciembre).
La elaboración de este tipo de informes tiene dos requisitos fundamentales: por un lado, es necesario diseñar una matriz (matriz de materialidad) donde se definan las cuestiones materiales, grupos de interés y tendencias sectoriales y, por el otro lado, se deben identificar y analizar los datos asociados a ESG (Environmental, Social and Governance) de toda la organización. A través de la tecnología, es posible obtener los indicadores asociados a ESG de manera automatizada y centralizada y se agiliza el diseño de planes de acción para integrar la sostenibilidad y el impacto social en la organización, así como para crear modelos de negocio sostenibles en el tiempo.