Vivimos inmersos en una sociedad donde las redes sociales están presentes a diario en la mayoría de nuestras vidas. Nos saturamos de fotos bonitas y vidas que parecen perfectas porque, no nos engañemos, gran parte de las personas buscamos nuestro mejor lado para exponerlo al mundo. Pero, si se hurga un poco, detrás de esa exposición de algo ideal puede que haya un caos oculto.
Debemos asumir que tener problemas y cometer errores es lo que realmente forma parte de nuestras vidas y, queramos o no, ellos son nuestros mejores profesores.
Cuesta mostrar esa cara b y no pensamos en que quizás, como pasa a veces en la música, lo más valioso que tenemos no sea siempre lo más “conocido” o a lo que más visibilidad damos.
¿No resulta más fácil identificarse con un error cometido que con la perfección? ¿No sirve de ayuda ver cómo alguien ha salido reforzado de una situación complicada que podamos estar compartiendo?
En diseño ocurre lo mismo, se trabaja para presentar una interfaz impecable, con una navegación sin fisuras y, en ocasiones, nos olvidamos de esforzarnos en lo único que hay seguro en una app o web: los usuarios cometen errores.
Transformar esos errores en una experiencia lo más agradable posible se tendría que considerar una meta y no un añadido. Es más, sería muy bueno aprovechar esos errores para dotarlos de personalidad, expresando así una identidad de marca.
Se trata de diseñar de la misma manera, y con el mismo empeño, tanto para las cosas que funcionan bien siempre como para las que pueden funcionar mal en algún momento. Y es que, errores que aparentemente resultan inofensivos, en realidad entrañan una gran importancia para la experiencia de usuario.
Hay que establecer una relación entre producto y usuario que sea buena y duradera. Como cualquier relación, cuesta más mantenerla que conseguirla, por eso debemos pulir las cosas que puedan frustrar a una de las partes. Un mal mensaje de error o desespera, y hace que el usuario abandone, o acaba convirtiéndose en un meme en el peor de los casos.
El responsable de diseño UX es el que mejor conoce la secuencia de acciones de un usuario, y el que se puede anticipar con mayor facilidad a los casos de error. Entre sus tareas está la de identificar los flujos que se completan con mayor frecuencia y comprender sus dependencias.
En este punto es fundamental trabajar codo con codo con el equipo de desarrollo para que transmitan de dónde se recoge la información que se muestra en la app o web, y qué procesos utilizan servicios que pueden fallar. Esto ayuda a ofrecer un contexto más completo al usuario.
Claves en el diseño de páginas o mensajes de error
Considerar las siguientes pautas nos ayudará a mantener bajo control una buena experiencia de usuario cuando salta esa página de error o ese fastidioso aviso que interrumpe el flujo esperado.